descenderme
con los árboles cerca
a otra madrugada
reescribirme
como verso abundante
en las raíces
escuchar el instinto
su luz violada.
.
(restar)
tener a mano un árbol
rehacer la escritura con raíces y ramas
con música
con hambre
con los nombres perdidos
que lo contienen todo
con el beso perenne
de la madre que espera
al hijo que no está
que ya nunca estará
con el revés del mundo
donde los niños muertos caminan
por palabras llevadas
rehacer la escritura
como una resonancia del útero
con el dolor
el terrible dolor
de lo sustraído.
.
(post mortem)
si todo es prescindible
qué rara esta belleza fría
de lo desposeído
hay nieve en el cajón
junto a tus guantes.
Paloma Corrales, “Celebrar el aullido”, Isla de Siltolá, Col. Tierra, Sevilla 2015. Prólogo de Julio Castelló.