Sylvia Plath, poesía teñida de sentimiento trágico

Sylvia Plath es una de las poetisas con más renombre del siglo XX. Su biografía es mundialmente conocida por su suicidio, que tiñe casi toda la obra de un sentimiento trágico. Pero hay otros aspectos en su biografía que cabe mencionar para este comentario a su obra en relación con un poema escogido que no es otro que Últimas palabras.

Nacida en Boston, desde pequeña ya mostró su audacia literaria con la publicación de su primer poema a la edad de ocho años. Por esa época su padre Otto morirá, lo cual marcará toda la trayectoria de su obra y su vida. Al comenzar la universidad tuvo su primer intento de suicidio, y posteriormente recibió la beca Fulbright después de su rehabilitación en un centro psiquiátrico. 

Partirá a Cambridge donde conocerá a su posterior marido y poeta Ted Hughes, el cual consiguió eclipsar a la protagonista de este texto y aprovecharse de ella para él poder escribir y vivir una vida llena de excesos. Tras dos años de matrimonio, se separaron por la infidelidad de Hughes con Assia, dejando a Plath sola con sus dos hijos, lo cual será la cumbre de un episodio casi traumático y Sylvia acabará con su vida en el invierno de 1963.
 
Muchos son los análisis que hay sobre la vida de la protagonista y con los años se ha llegado a la conclusión de que Sylvia sufría un trastorno bipolar, pero aún así y dejando a un lado los análisis biográficos, su obra es incluso más potente que su vida.
 
Últimas palabras es un buen poema para que, por su análisis, podamos conocer mejor la poética de Plath. Pertenece al poemario el Coloso publicado en 1960. Desde el título encontramos ese deseo de confesión con sus “últimas palabras”, que es la confesión del deseo de suicidio. A Sylvia con los años se la relacionó con la literatura confesional, la poesía de la desnudez del yo interno y doloroso. Pues como decíamos, estas últimas palabras nos desvelan el deseo de la muerte visto en la imagen que plantea del sarcófago, las vendas con las que la envolverán para enterrarla, y su cuerpo ya frío.

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