El lenguaje no solo describe, también crea. Por eso, estas mujeres (que juegan con la palabra) consideran fundamental analizarlo. El nombre de este documental que Castañón estrenó en 2014 contenía una reflexión sobre por qué en algunas ocasiones se habla de ‘poetisa’ en vez de ‘poeta’, una cuestión que ha sido debatida en varias ocasiones. “El término ‘poetisa’ se usa desde el siglo XVIII con una carga peyorativa muy fuerte. Los poetas hacían textos trascendentes, mientras los poetisos los recitaban como divertimento”, explica Castañón. Si “periodista” se utiliza para los dos géneros, no encuentra razón para que no se aplique la misma norma para “poeta”. Para Castañón es solo un detalle, pero de lo anecdótico se nutre también la macroestructura machista.
En la mayoría de las ocasiones, las poetas van tejiendo en silencio su propia red de influencias. Ana Castro, autora del visceral libro ‘El cuadro del dolor’ (Renacimiento, 2016) en el que habla de la mujer-raíz, no recuerda cuál fue la primera escritora a la que leyó, pero si hay un nombre que la marcó profundamente: “Yo comencé a leer poesía en el instituto y en nuestros libros de texto hay un gran silencio y olvido de las voces de ellas. Sí que puedo incidir en la primera poeta a la que leí concienzudamente: Juana Castro. Por aquel entonces yo colaboraba en la revista de mi instituto y me encargaron hacerle una entrevista. Jamás pensé que entonces se estaba produciendo uno de los hechos más importantes de su vida, porque la poesía de Juana ha marcado completamente la mía y ella a mí”.