Otra voz de Ana Rossetti

Como casi todos los poetas que merecen realmente la pena, Ana Rossetti (San Fernando, Cádiz, 1950) ha sido siempre rara, extravagante, única. Y eso pese a los constantes intentos de etiquetar una obra libérrima que escapa a cualquier etiquetado. En 2004 reunió su poesía completa en el tomo titulado La ordenación (Fundación José Manuel Lara). Con posterioridad apareció Llenar tu nombre (Bartleby, 2008) y ahora llega a las librerías su nueva entrega, Deudas contraídas (La Bella Varsovia).

Deudas contraídas es, de nuevo, un libro que no parece de Ana Rossetti y que sólo podría ser de Ana Rossetti. Tal vez el más cercano de los libros de su autora a la realidad de la calle (“La indignación está a punto de manifestarse”, dice uno de sus versos) es, sobre todo, un cuestionamiento de la vaciedad del lenguaje que nos inunda, construido a base de frases hechas cuyo significado ha sido desplazado para deturpar la lengua y, con ella, los mensajes que intercambiamos y la realidad que construimos con ellos. Ya desde algunos títulos de los poemas Rossetti apunta esta intención con leves desplazamientos que nos obligan a prestar atención de nuevo a cada palabra, a cada elemento: “Efectos muy personales” es un ejemplo.

Más allá de eso, Deudas contraídas es un tratado sobre el modo en que ocupamos el espacio o, más bien, de cómo un espacio que ha sido diseñado para controlarnos nos ocupa.

Sigue leyendo a Martín López Vega en Rima Interna (El Cultural de El Mundo)

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