Novedad. Crónicas de Olvido, Graciela Baquero

Esta obra es la crónica de un gran viaje, y los poemas que la conforman son notas, textos, restos de diarios con fechas, datos, espacios y personajes diversos en una interesante y sugerente mezcla de géneros literarios. También sus dos protagonistas, cada una con una personalidad distinta, se complementan entre sí. Por un lado, la mujer que escribe, anota y recuerda; por el otro, Olvido, que olvida. No en vano esta obra ha sido dedicada «a los olvidados, para su memoria».

[…]

El poder de esta obra reside precisamente en que nos ofrece una con-fusión perfecta y casi orgánica entre personajes, tiempos y espacios. También forma y fondo dialogan constantemente en una simbiosis armónica, entrecruzando géneros literarios, tonos y

matices, conformando un tejido compacto construido con la crónica, la narración, el viaje, el diario y, especialmente, la poesía, una música que, de principio a fin, vivifica todo lo que se dice. Crónicas de Olvido es una obra de referencia en la historia de la poesía española de finales de siglo. Libro femenino como pocos, que trata a la mujer desde sus múltiples perspectivas.

(Fragmentos del prólogo “Recomponer el mundo” de Pilar González España)

2

Soy hermana de su sangre. Con ella he embriagado

las calles y las venas. He reído en sus labios con la

estridencia del cínico. Te he escupido en la cara con

su boca indefensa.

Juntas vagamos por la ciudad sin gente, los ojos al

suelo hallando una moneda, hallando niños muertos,

palomas, algodones. Después nos adentramos en el

parque, por festejar en la carne el clarear del día de

este eterno destierro; de este exilio vivido en la casa

de uno. Bebemos por ello y luego, continuamos viaje.

Vamos de cuerpo abierto, como santas, reconociendo

las paredes frías de nuestra alcoba.

17

Olvido ha parido un niño muerto, lo abriga y se em-

peña en amamantar su boca quieta. Mi boca quieta

no quiere provocarla.

Me niego a comprender lo sucedido, observo la es-

cena y repito, para mis adentros, una dulce plegaria

que me amansa y me miente. Me digo:

Esto no es una cama

y él no es un niño muerto.

Este lugar no es el mundo.

Esto no es una mujer que sueña.

Frente a mí no hay nadie.

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