La Asociación Genialogías participa en un homenaje a Berta Cáceres

El pasado 17 de marzo, las poetas Rosana Acquaroni, Ana Ares y yo, en representación de la Asociación Genialogías, nos unimos al acto de homenaje y reivindicación de justicia por el asesinato de la líder indígena hondureña Berta Cáceres, que convocaron varias organizaciones ecologistas, de derechos humanos y de solidaridad internacional. 

En una sala grande y llena de gente (estuvimos a punto de quedarnos sin asiento) de una escuela de música de Madrid, sucedió esa tarde un concierto de voces que eran una y sonaba por dentro, y todas fuimos Berta, tierra y río.

Al llegar, quizá algunas ya conocíamos la causa que defendía Berta. Sabíamos que Berta Cáceres había sido asesinada por defender  los derechos de las mujeres y hombres, niñas y niños de su pueblo (el Lenca), de su territorio y de su río, que habitan, cuidan y son parte, desde la época precolombina.

Sabíamos que esa causa es también nuestra y de todas, que es la defensa de la vida, de todos los seres vivos, de todos los ríos, del aire y de la tierra, frente a la violencia y la codicia (nuestro sistema económico de cada día) de aquellos dispuestos a arrasar con todo por un puñado de dólares.

 “Es lo que hay” suele decir la gente encogiéndose de hombros. Pero Berta Cáceres junto a otras mujeres y hombres del pueblo Lenca, decidieron  desobedecer, decir No, y a Berta y a otros compañeros y compañeras les ha costado la vida. Sabíamos todo eso, pero no habíamos escuchado al río.  Y ese fue el milagro de la tarde.

La voz del río Gualcarque, donde viven los espíritus de las niñas indígenas, confluencia de varias aguas sagradas, se abrió paso en poemas y en canciones, palabras de solidaridad, manifiesto político. Fue la voz del hermano y la hermana de Bertita (como la llamaban cariñosamente) y de “mamá Berta”, su madre, que nos hablaron en directo (por Skype) desde La Esperanza, que es también el nombre de su municipio. Y nos contó, nos contaron, con voz serena y fuerte, el compromiso de Berta Cáceres desde “bien joven”, cuando era estudiante; de su capacidad de trabajo incansable, cuando llegaba a casa de su madre a las once de la noche después de haber pasado todo el día recorriendo las diferentes comunidades, y como antes de amanecer ya estaba sentada frente a su ordenador, escribiendo informes, cartas de denuncia, comunicados, para dar a conocer su lucha en todo el mundo; y de su valentía, que le hacía continuar luchando a pesar de las continúas agresiones.

Hablaron también de la indignación por la indiferencia del gobierno de Honduras ante las denuncias de amenazas de muerte que había puesto Berta Cáceres antes de ser asesinada, y la impunidad con la que se está tratando su asesinato. Pidieron solidaridad y apoyo para que se abra una investigación sobre el crimen, protección para el único testigo, que aún continúa retenido, y para otros y otras líderes también hoy bajo amenaza de muerte. El río, la madre, hablaron de la tristeza por la pérdida física de Berta, el cuerpo de Berta, pero nos hicieron sentir el calor de la llama en los ojos y el latido, su presencia viva en la sala, y en cada una y cada uno de los que allí estábamos, siendo una. “Berta no ha muerto, se ha multiplicado”, “Berta vive, la lucha sigue”, gritábamos.

El cuerpo de Berta, acribillado a tiros. Cuerpo de las mujeres indígenas y territorio, ambos objeto de violencia y agresiones, pero también “dimensiones entrelazadas en la Red de Vida, tanto el cuerpo como la tierra, espacios de energía vital, tejidos inseparables para la reciprocidad de la vida”,  nos recordó Lorena Cabnal, guatemalteca índigena maya-xinca, amiga de Berta y compañera de lucha. El cuerpo de Berta tierra de río. Un puñado de tierra gris, fina, con algo de grava, la tierra de Berta, aquí, en Madrid, traída por Lorena, para que la pudiéramos tocar, acariciar, sentir,  crear la fusión de energías, ceremonia de común-unión. Al tocarla dejaba una fina capa de polvo entre los dedos.   
 
Para terminar, el coro de mujeres de Entredós, acogiendo las voces de los espíritus de las niñas indígenas que habitan el río Gualcarque: “tú no puedes comprar el viento, tú no puedes comprar el sol, tú no puedes comprar la lluvia, tú no puedes comprar el calor, tú no puedes comprar las nubes, tú no puedes comprar los colores, tú no puedes comprar mi alegría, tú no puedes comprar mis dolores …Vamos caminando, aquí estamos de pie”.      
 
Y al final, el río ya caudaloso, incontenible, desbordando cada mirada, latiéndonos dentro. “Berta vive, la lucha sigue”.    

Más información:

Declaración de respaldo a la lucha de Berta Cáceres y de los y las defensoras de la naturaleza que la Asociación Genialogías suscribe  
http://www.ecologistasenaccion.org/article31874.html
 
Información sobre el proyecto Agua Zarca que pretende desplazar de su territorio al pueblo Lenca y prohibir la utilización de las aguas del río Gualcarque.
https://ejatlas.org/conflict/proyecto-hidroelectrico-agua-zarca-honduras
 
Canción: “Latinoamerica” Calle 13 – Con la que clausuró el acto el coro de Entredós
https://www.youtube.com/watch?v=JQ9pfPdD_Wg
 
 
      
 
 
 
 
 
 
 

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