Más que intención meditada fue deseo. Ya el primer libro, Cóncava mujer, le daba voz a sujetos femeninos diferentes, cada cual en medios, situaciones y estados reconocibles. Por eso, los títulos de los poemas estaban formados por un nombre y un adjetivo o sintagma adjetival: María Encadenada, Marta Brazos vacíos, Alicia Desposada… Ese dar voz siguió luego en No temerás y sobre todo en Del color de los ríos; en los otros libros es menos reconocible como temática, pero siempre hay algunos poemas sueltos que lo hacen, como Penélope en El extranjero; y en general, se revisa o se subvierte la mitología. Narcisia es la creación de un mito femenino con origen en la Diosa Madre y en paralelo al dios de nuestras religiones cristianas monoteístas, que nos lo pintan –a Dios, espíritu– como un pater venerable, con barbas.
Su poesía en general es profundamente musical. ¿Usa el ritmo como “guía” en su escritura?
Mi primera formación fue clásica, por los libros que leía –de los manuales de literatura y de la biblioteca del colegio– y popular, por las canciones y los romances que oía y que recitaba mi madre: en ambos casos existían el ritmo y la métrica. Y además estaban los poetas recitadores, así que mi primer contacto con la poesía fue por vía oral, poesía y música iban unidas.
En los años de niñez y adolescencia no se leía poesía traducida, que creo yo es la razón por la que muchas y muchos poetas, más jóvenes que yo, rompen el ritmo, o la música no es para ellos componente esencial de lo poético. En mi caso, cada poema posee una estructura que no me viene dada, la voy descubriendo al escribir, pero que para mí es exactamente como cuadrar un crucigrama o un sistema de ecuaciones, cada palabra y cada verso debe encajar en su orden y en su espacio. No hay verdad ni poesía fuera de la música.
El cuerpo es el mundo, el cosmos, la maquinaria que nos lleva y en la que todo tiene lugar. Qué curioso que siendo mi educación la cristiana católica, la general de mi tiempo, pero que negaba lo corporal porque la vida estaba en el alma –íbamos al cielo y a la salvación por el espíritu– yo me haya centrado tantas veces en el cuerpo. Pero sí. El cuerpo “es”. Cada mujer y cada hombre “es” su cuerpo. Las vísceras, el corazón, la sangre, las neuronas, el dolor, el sexo… ¿Hay algo más poético? ¿Más misterioso, más inverosímil, más exterior y más secreto? Las entrañas, eso profundo que tenemos las mujeres, no sé si en las tripas, ahí alrededor de la matriz (¡y fíjate qué nombre, matriz!). La terminología orgánica, fisiológica es profundamente poética, la introspección empieza en el cuerpo, ahí sentimos las emociones.
Entrevista completa en: Los cuerpos oscuros (Asociación Genialogías/ Tigres de Papel).