Y en relación con ello realizar una breve semblanza acerca de una de las protagonistas menos conocidas del feminismo (pese a que como persona moderada odiaba dicho término: la escritora y periodista Carmen de Burgos (1867-1932). Una mujer moderna, que merece un puesto destacado entre los autores de la Edad de Plata de la literatura española y cuya figura, inexplicablemente, cayó en el olvido.
Carmen de Burgos llegó a Madrid en 1901, con su hija, huyendo de los malos tratos de los que era víctima en su matrimonio, en una época en la que desafortunadamente ese tema se ocultaba y sin embargo el abandono de hogar (especialmente el femenino) era considerado falta grave.
Sin embargo ella no quería hipotecar su futuro por algo que no existía y obviando el escándalo que ello iba a producir en su ciudad natal, Almería, tramó un plan. Estudiaría magisterio sin que nadie lo supiera para poder tener un empleo independiente.
Así, a los pocos meses de su llegada a la capital, obtuvo su primera plaza. Sin embargo, su auténtica vocación era la escritura y pronto comenzaría a colaborar en diarios como ABC, El País, El Globo, y, sobre todo Diario Universal, cuyo director Augusto Suárez de Figueroa fue el que la sugirió el pseudónimo que le haría famosa “Colombine”. En Diario Universal tenía columna diaria, dedicada en principio a temas “de mujer”: moda, belleza, niños… Pero también quería escribir sobre otros temas y fue El Heraldo de Madrid el que le dio la oportunidad al enviarla a Marruecos a cubrir el conflicto. Fue la primera española corresponsal de guerra. El éxito provocó que medios de comunicación de Francia, Suiza, Italia, Portugal, EEUU, Cuba o Argentina comenzaran a contar con ella e incluso que fundara su propio medio: Revista Crítica, en la que colaborarían futuras figuras literarias como Juan Ramón Jiménez.