Llegamos antes de que el amable encargado de Función Lenguaje abriera. Así que las primeras presencias, «frescas y hermosas», nos saludamos afectuosamente frente a una puerta cerrada. Con gran esfuerzo evitaré la metáfora facilona en este punto (todas las vías que abre el amor, etc.) Pero así fue, pues tras nuestros abrazos enseguida apareció el dueño y nos abrió la puerta del local (cada uno que entienda el cosmos como quiera, yo paso de la imagen del reloj; soy más de un ‘Universo Semántico’).
Comentamos en el ínterin un par de desagradables “enfrentamientos” públicos con dos hombres del mundo de las letras de cuyos nombres no quiero acordarme, que han tratado de frenar nuestras legítimas protestas (véase #JusticiaPoéticaYa, el Manifiesto), pretendiendo hacernos sentir culpables por haber osado hablar en un país en el que tanto se ha bajado la cabeza ante ciertos abusos y desmanes (sí, también en el mundillo de la poesía).
Aprovecho para advertir a estos y a otros machos alfa con foulard que su violencia verbal e intencional nos resbala: vamos a seguir. Somos María Aguerrida, y nuestra voz cuenta. Ya no estamos solas.
El acontecimiento estrella de la jornada fue el NACIMIENTO DE LA COLECCIÓN GENIALOGÍAS, de la que no podemos estar más orgullosas. A lo largo del día, acunamos entre todas y Paco Moral (editor junto con Mara Troublant de Tigres de Papel, la editorial con la que hemos colaborado para hacer esto posible) los dos títulos con los que arranca la Colección: Marta & María, de María Victoria Atencia y Los cuerpos oscuros, de Juana Castro (ambos ya a la venta).
Son libros con un peso específico tremendo, editados con tanto amor que transpiran. La emoción nos embargaba. Y allí estaba con nosotras Juana Castro, leyéndonos los versos de su libro, para deleite de todas y de nuestro querido Paco.
La mañana siguió avanzando y nos permitió aprender interesantes datos con los que daremos nuestro siguiente paso. Aún no lo podemos desvelar, pero creemos que va a ser sonado. En la comida seguimos haciendo circular las palabras por las mesas, y luego regresamos a Función Lenguaje para recitar una por una como en un goteo, ante los ojos de algunos visitantes a los que agradecemos mucho su atención.
Cuando salimos de Función Lenguaje ya era de noche y todavía hacía mucho frío, pero nos encaminamos cada una hacia nuestras casas con la cálida sensación de haber aprendido mucha poesía y, sobre todo, un relato distinto sobre nosotras mismas, más realista y feliz que el que nos habían contado.
María Aguerrida