El cementerio donde florece carne
huele a los pasos húmedos del que se acerca.
Se mira en el rostro que el hombre intuye,
en las imágenes a él erigidas.
No llora, no sonríe.
Gravita en el éxtasis que lleva a todos los descensos.
huele a los pasos húmedos del que se acerca.
Se mira en el rostro que el hombre intuye,
en las imágenes a él erigidas.
No llora, no sonríe.
Gravita en el éxtasis que lleva a todos los descensos.
*
Son las once de la noche.
Es el momento de vomitar la porción de las horas
sobre las llamas
y arrojar lo incierto en el regazo de las tres concubinas.
Dejaré bajo la cama el candil
y me arrastraré a oscuras
por donde las fieras enseñan las fauces,
por donde el Ángel abre los ojos.
Evelyn de Lezcano, “De los que nadie habla”, Edit. Huerga y Fierro, Madrid 2015