Cuando Virginia Woolf escribió Orlando, en 1928, no imaginaba que un siglo después su adaptación para el teatro sería objeto de censura. Una censura que, para mayor asombro, no sufrió en su día; la novela resultó una de las más vendidas de Woolf, y con ella logró llegar al gran público y más allá de los círculos intelectuales.
Esta censura presente, que obedece al giro reaccionario de la política mundial y también española de estos últimos años, no es casual: Orlando es una obra de referencia en los estudios de género. No sólo vemos en ella a un hombre que se transforma en mujer, sino que la sexualidad femenina constituye uno de los ejes de la narración, ofreciéndonos una visión crítica del papel de la mujer en la sociedad.
Es más, la intrahistoria del Orlando de Virginia Woolf consiste en una larga carta de amor de la autora a su amante, la artista Vita Sackville-West.
No puede dejarnos indiferentes este camino hacia atrás, ni como mujeres artistas, ni como personas.
- Porque la cancelación de esta obra de teatro no sólo atenta contra nuestro derecho a verla, sino contra el derecho de las personas a definir su género y su sexualidad, y supone un paso más en un camino involutivo que observamos en diferentes ámbitos de la cultura.
- Porque tiene un importante valor simbólico. Orlando nos invita a plantearnos los roles aceptados, sociales y sexuales, como cuestionables en vez de como algo que nos es asignado sin posibilidad de cambio, experimento o absolución.
- Y porque es una censura que se seguirá de otras. Ya hemos visto cancelar películas infantiles, representaciones de Lope de Vega, historias sobre héroes republicanos, hasta una obra inspirada en la vida de Santa Teresa fue cancelada el año pasado en los teatros del Canal. Y veremos más si no lo evitamos, cuadros, canciones, representaciones, performances, novelas, poemas…, que no conocerá el público.
Tras la llegada al poder de nuevos alcaldes y concejales de Vox, esta censura se ha exacerbado y asistimos a una situación única, la violación de nuestro derecho a la libertad de expresión. Hacía mucho que en nuestro país no se daba una censura cultural generalizada como esta, una situación que acabará generando otra casi más triste, la de la autocensura que las creadoras y creadores nos veremos obligadas a ejercer ante la posibilidad de una cancelación. Tenemos el deber de impedir el empequeñecimiento de nuestra cultura, porque admitirlo hoy sería como admitir su desaparición mañana.
La Asociación de mujeres poetas Genialogías desea adscribirse al manifiesto que, en todas las lenguas del Estado, miles de profesionales del mundo de la cultura han firmado ya, para denunciar este retorno de la censura más añeja y primitiva. Así, queremos denunciar públicamente estos atentados contra la libertad de expresión, un derecho consolidado en nuestra Constitución e imprescindible en una sociedad que se dice libre.
EXIGIMOS LA PROTECCIÓN DE NUESTROS DERECHOS FUNDAMENTALES,
PORQUE SIN CULTURA NO HAY DEMOCRACIA.