Cuando había un festival de literatura importante, sus nombres no aparecían en los carteles. Cuando sus parejas decidían emprender viajes por las montañas más peligrosas de los Estados Unidos, o quizá hacia países exóticos, sus cuerpos se quedaban en casa, cuidando de los hijos, manteniendo el hogar caliente. Cuando los críticos y lectores de todo el mundo alabaron únicamente a dos o tres firmas del movimiento al que pertenecieron, sus voces se escondieron y se enterraron bajo una arena dura y áspera, aguardando a que alguien atreviera a desenterrar sus enormes libros, sus impresionantes poemas, sus importantes historias, tantas veces ignoradas.
Eso es la Generación Beat : un puñado de hombres magníficos haciendo sombra a un puñado de mujeres magníficas. Una crítica literaria y una prensa cultural empeñada en divinizar a tres o cuatro firmas, dejando a un lado la obra de quienes trabajaron con seriedad y con ambición para promover uno de los movimientos artísticos y vitales más importantes e influyentes del siglo XX. Detrás de Jack Kerouac, Allen Ginsberg o William Burroughs, siempre se mantuvieron las figuras de Lenore Kandel, Diane Di Prima o Elise Cowen.
Sus nombres quizá sonarán solo a unos pocos afortunados que hayan accedido a estudios o antologías en inglés, en donde sus poemas sobre maternidad, menstruación, amor o drogas se exhiben desgarradores. Sin embargo hoy, por fin, la traductora y poeta Annalisa Marí se ha atrevido a reivindicarlas, así como a traducir y prologar una selección de las desconocidas poetas. El resultado: Beat Attitude: Antología de mujeres poetas de la generación beat, de próxima publicación en nuestro país.