Era todavía de noche cuando sonó el teléfono. Preguntaban por Ida Vitale (Montevideo, 1923) para decirle que era la ganadora del Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. Alguien debió medir mal la diferencia horaria y la pilló dormida. «Esto es una broma, ¿no?», preguntó escéptica. Superada la frontera de los 90 años no esperaba recibir ese reconocimiento. «Estaba totalmente dormida, pero ni siquiera en sueños tenía en mente el premio».
La escritora uruguaya recibió ayer el XXIV Premio Reina Sofía de Poesía de manos de la propia Reina, un galardón del que ya disfrutaron otros autores como José Manuel Caballero Bonald o Mario Benedetti, compañero de esa generación del medio siglo que tiene en Vitale a una de sus mejores representantes. Antes de recibir el premio, la autora acudió por la mañana a un encuentro con los medios de comunicación. Llegó a esa rueda de prensa sin hacer ruido, casi pidiendo permiso, como los niños que entran por primera vez al dentista.