Se rompe una regla no escrita. Desde 1996, el Premio Cervantes solía alternar un galardón español con uno latinoamericano. Pero si el año pasado lo recibió el nicaragüense Sergio Ramírez —que este año ha formado parte del jurado— esta edición ha sido para Vitale.
Lo recogerá en abril en Alcalá de Henares (Madrid). Y, según Carme Riera, representante de la Real Academia Española (RAE) en el jurado, espera que acuda a la entrega en las mejores condiciones pese a sus 95 años. No lo decía porque la fuerza de Ida Vitale esté en duda, sino porque las pocas mujeres que hasta ahora han sido premiadas —solo cinco, incluida la poeta uruguaya—, apenas pudieron subir las complicadas escaleras de la cátedra. No lo hicieron María Zambrano ni Dulce María Loynaz, por citar dos ejemplos.